19 de octubre de 2013

Una ciudad peligrosa (Yuri)




Características

Es una historia aleatoria, sin precuela ni secuela. En principio ha sido un relato corto sin continuación y sin ningún relato o capítulo anterior que explique la situación de las protagonistas, es a libre interpretación. Los personajes, la historia, o cualquier cosa que haya salido en el relato es originalmente de May y mío, incluída la invención de los nombres o de la apariencia física del personaje. 

Nivel de Yuri
Personajes


Midori como Keren 


May como Nao





Se escuchaba con bastante claridad el ajetreo constante e incesante de la ciudad. Los vehículos, los ciudadanos, o la propia fiesta que parecían celebrar todos desde buena mañana. Posiblemente era época de festejo en la ciudad, de esas típicas fiestas que podían durar días enteros. No era raro encontrarse con muchos más turistas que de costumbre, y cómo no, la ciudad había duplicado su movimiento en esas fechas. Quizás ese era el motivo de que estuviese allí.



Sus pisadas sonaron sigilosas entre el gentío de las calles. La ciudad donde se encontraba, cuyo nombre ni siquiera era importante, no tenía muchas más fuentes de ingresos en todo el año que aquel festejo que se realizaba por aquellas fiestas. Las propias calles daban la sensación de pobreza, y no solo eso, sino que aquella ciudad era el mayor nido de mafiosos, bandidos, mercenarios, asesinos, ladrones y cualquier calaña que uno quisiese encontrarse. Era algo que todos los que allí vivían sabían, y no era raro que cualquier civil fuese armado. La muerte se respiraba en el aire incluso a plena luz del día. Y los pobres turistas que se atrevían a ir, eran conscientes de que ponían su vida en peligro. Keren se deslizaba casi como una serpiente entre el gentío, observando a niños corretear aquí y allá, a grupos de turistas fotografiar los adornos de papel de colores formando numerosas figuras distintas colgados en cada farola o maltrecho balcón. Su melena albina estaba recogida en una coleta despeinada tras la cabeza, no demasiado alta, dejando varios de sus mechones sueltos hacia adelante, sobre todo los teñidos de negro. Tenía los ojos sombreados en un negro intenso que resaltaban el rosado apagado de su mirada que no dejaba de rodarse aquí y allá. Llevaba una camiseta algo suelta, de mangas recortadas hasta casi los hombros, y dejando claro su escote. Sobre su hombro y parte del brazo era visible un tatuaje negro, parecido a un trivial. Sus pantalones bajos de caderas de un verde oscuro y desgastado dejaban ver libremente en su cintura la funda de sus dos pistolas, a cada lado de su cadera; y sus botas aparentemente militares de un negro intenso, dejando el pantalón metido por dentro de las mismas, pisaban los charcos de suciedad de, ahora, los callejones por donde no pasaba tanta gente. Chasqueó la lengua, mordiendo entre sus dientes cualquier trozo de plástico mientras andaba, rodando la mirada hacia atrás, frunciendo el ceño, comprobando que nadie la seguía.

No obstante no tardó en llegar a su destino. En uno de aquellos callejones donde ya la compañía no era tan agradable como turistas o niños, sino que en cambio podía encontrarse gente de la misma calaña que ella, había un letrero mal colocado y parpadeante en luces que dejaban claro el mal estado del local: “Loyalty”, que incluso a esas alturas, Keren no sabía si era una simple y burda broma a la “lealtad” que nadie tenía en aquel lugar, o si no tenía segundas intenciones.

Nada más entrar en el lugar, el calor y el mal olor a humanidad, alcohol y suciedad invadió su nariz. Suerte que estaba acostumbrada. Habían mesas y sillas tan viejas que podrían tener más de cien años, y en peor mal estado, casi todas llenas de hombres y mujeres que, al igual que los muebles del lugar, daban aún más la sensación de que aquel lugar no era donde debiese meterse cualquiera. Keren avanzó, ignorando las miradas de varios de ellos, aunque tampoco se centraron en ella más de lo suficiente. Quizás porque allí todos se conocían, y más valía. Había que estar loco para entrar en aquel lugar llevándote mal con tan solo uno de los que se encontrasen allí.

- ¿Qué te sirvo?


- ¿Él está aquí?


- Aún no.

Keren volvió a chasquear la lengua, apoyándose en la barra dejando los codos y brazos flexionados sobre la misma, de espaldas al camarero (al que por cierto prácticamente ignoró y no le pidió nada para beber), cerrando los ojos, tranquila aún a pesar del lugar donde se encontraba, mordisqueando el trozo de plástico que aún ni siquiera había soltado, y con lo que suponía que se entretendría mientras esperaba a quien sea a quien estuviese esperando.

***

Un puntito rojo, demasiado pequeño para que cualquiera se diese cuenta en realidad, se dibujaba en el cuello de un hombre. Sí, era una fiesta, de hecho una de las pocas fiestas de aquella empobrecida ciudad. No podían permitirse más. Pero en aquellas calles destacaban un grupo de hombres trajeados. Olían bien, y desde lejos se veían adinerados. Pero nadie se atrevería nunca a hacerles daño o intentar robarles. Eran importantes, y seguro iban armados. Uno de ellos, el que se encargaba de ese distrito, y los demás, vendedores de esclavos y a saber que más cosas. El ser humano en vez de evolucionar, había ido hacía atrás. Muchos lo avisaron, pero hasta que no sucedió, nadie quiso abrir sus ojos. El puntito rojo se dibujó en realidad solo por una milésima de segundo en el cuello de, digamos, el pez más gordo del grupo. Antes de que una bala de francotirador atravesase su garganta completamente. El hombre se quedó inmóvil, antes de que su cuello se inundase de sangre silenciosa. Todos alrededor se quedaron igual de inmóviles, observando la escena. Y entonces los ojos de aquel tipo se pusieron en blanco antes de caer rendido en el suelo. La gente entró en pánico.

La ejecutora estaba tumbada sobre uno de aquellos tejados de aquellos edificios destartalados. Y solo saber que había acabado su misión, dibujó una ladeada sonrisa. Se separó el francotirador del ojo, antes de colgárselo al hombro. Y deslizarse entre las sombras para desaparecer de allí sin dejar pistas. Era la primera regla de ser un asesino: El sigilo siempre debía ir contigo.

***

- Nao, ¿Qué haces por aquí, maldita zorra?

Aun a pesar de aquel comentario, el tono de aquella voz era amigable. Era un joven-adulto que se acababa de encontrar por aquel pasillo, y que alzó la mano para chocar los cincos con ella. Estaba rapado y se veía de complexión fuerte. Sus ojos eran verdes, y estaba lleno de piercing. Orejas, labio, lengua. Incluso se sentía orgulloso al contar por ahí que también tenía otro en alguna parte ‘’más íntima’’. Nao sonrió, colocando una mano en su cadera, y con la otra cargando el francotirador en su hombro.

- Trabajillos, ya sabes. Me parece raro que aun no me hayan dicho que te vuele el entrecejo a ti, Bryan. 

- ¿A mi? Oh, vamos, soy todo un alma caritativa.

- Por eso…

Y ambos comenzaron a reír como si nada. Seguramente ella no era allí la única asesina a sueldo. De cualquier forma, sin simplemente decir nada, comenzó a seguir al chaval por el pasillo, hasta que desembocaron en una gran sala. Lo que parecía un bar. Allí todos estaban armados, así que no les pareció raro ver el francotirador de Nao, o su pistola a la altura de su cadera. Tanto como sus pintas de camiseta de tirantas roja apagada, y corta, dejando a la vista parte de su estómago, su pantalón oscuro y algo ancho y caído, metido dentro de unas botas que parecían de militar. En sus manos guantes de cuero que más bien podían parecer de motorista. Sus ojos violetas, aunque uno más desteñido que el otro, se movieron instintivamente hacia la mujer sentada del cabello blanco en la barra. Y frunció el ceño, antes de dibujar una sonrisa.

El hecho de escuchar a alguien más llegar en el lugar hizo a Keren entreabrir los ojos, no por nada esperaba a alguien. Pero con lo que sus ojos se encontraron no era precisamente lo que se esperaba. Keren chasqueó la lengua, y se giró, dándole la espalda, más o menos, pues había aprendido a que nunca debía darle la espalda a su “enemigo”, llevándose una de las manos a los labios para quitarse el plástico de la boca y dejarlo sobre la barra, sin más. El camarero la observó, y ella aprovechó algo así para, esta vez y motivada por la “sorpresa”, pedir.

- He cambiado de opinión, ponme lo más fuerte que tengas. 

El camarero asintió, y colocó un vaso relativamente sucio y empañado de los años sobre la barra, no tardando en verter cualquier cosa en su interior que olía desde lejos al alcohol más puro. Keren alzó una de sus manos, lo cogió, y lo bebió de golpe y sin parpadear, entrecerrando los ojos solo por un momento, dando a entender que verdaderamente estaba acostumbrada a ese tipo de vida como para que ni siquiera algo tan fuerte la hiciese componer una mueca. Rodó la mirada hasta Nao, dejando ver solo un ojo de perfil. En todo ese tiempo, la mano libre la tenía sobre una de las fundas de sus pistolas por si debiese sacarlas allí mismo. No sería la primera vez. De cualquier manera, y nuevamente, otra sorpresa no tardó en llegar.

Era “ella”, y no “él”, lo que Keren estaba esperando. Aunque no parecía contenta con eso. Frunció el ceño, observando la despampanante mujer acercarse a la barra, junto con otros dos chavales que iban con ella, ambos trajeados, y la mujer con un provocativo vestido morado oscuro, teniendo su pelo castaño recogido. Keren se secó el posible alcohol de los labios con el antebrazo, girándose ahora del todo hacia ella, aunque rodó la mirada hacia el grupo que los miraba desde lejos, y que al verla, volvieron a lo suyo. Fijó nuevamente la mirada en Nao, como si la amenazase con que más le valía ni siquiera estar cerca, rodando la mirada hacia la mujer una vez se plantó ante ella. Desde luego desentonaba con el lugar.

- ¿Dónde está “él?”- Preguntó Keren, directa y algo arisca. 

- No vendrá, he venido yo en su lugar. Tienes trabajo que hacer. 

Keren chasqueó la lengua en una mueca donde casi enseñaba los dientes, además de apretar los puños fuera de la vista de nadie allí. La mujer le tendió una carta cerrada, que ella cogió de malas formas, guardándosela en el escote bien doblada, clavando su mirada entrecerrada y ahora amenazante y agresiva en los ojos de la mujer que de alguna forma parecía divertida. Keren sonrió, irónica, pero aún con esa amenaza en la mirada.

- Como sé que eres nueva, te lo explicaré ahora y espero que lo tengas claro si hay una próxima vez. Mira a tu alrededor, y date cuenta de que te has metido en la boca del lobo. El pez grande se come al pequeño, y cualquier leve motivo es suficiente como para que todos se vuelvan pirañas. No me entregues nada por escrito. Nunca. Y así puede que salgamos con vida tú, y yo. Puedes decirle a “él” que no trabajo con incompetentes, y que tenemos un trato. No soy un perro recadero a las órdenes de a quien él se le antoje. Recuérdaselo.

Keren avanzó un par de pasos, esquivando a la mujer, al menos hasta que uno de sus guardaespaldas se le puso en frente, impidiéndole el paso. Keren alzó la mirada, y lo cierto es que le faltaron pocos segundos para noquearle y dejarle en el suelo. Pero las palabras de la mujer interrumpieron.

- Xavier, apártate de su camino. Y tú, cumple con lo que se te ha ordenado y tendrás ese trato. Ya sabes que a “él” no le gustan los trabajos a medias. 


El guardaespaldas se apartó del medio, y hasta que no lo hizo Keren no dejó de mirarle. Rodó la mirada hacia la mujer, dejando que solo viese su perfil, como si eso fuese de nuevo una advertencia, y giró la mirada hacia el frente para irse de allí, no sin antes golpear de malas formas con el hombro a Xavier, y no sin antes mirar de reojo a Nao antes de abrir la puerta de golpe y dejar que se cerrara de un portazo. No era conveniente quedarse allí cuando todos habían visto la carta. Debía leerla y quemarla antes de que a cualquiera se le ocurriese seguirla para intentar sacar tajada de lo que quiera que sea.

Nao, a todo esto, la observó girarse y darle la espalda más o menos. También la observó pedir aquello para bebérselo. Y más tarde que viniese aquella mujer, que le diese aquel sobre, a lo que Nao alzó una ceja. Pues sí que debía de ser nueva en todo aquello, por más elegante y divertida que se creyera, realmente no era más que una mosquita muerta. De cualquier forma, Nao realmente no se movió del lugar hasta que Keren acabó por marcharse. Fue entonces cuando volvió a mirar a Bryan de reojo. Se quitó el francotirador del hombro y prácticamente se lo tiró al pecho, para que él lo cogiese con ambas manos, girando el rostro hacia atrás, y por lo tanto solo dejando ver su perfil, sonriente, con su ceño fruncido, lo que le daba aspecto de entre ‘’dura y divertida’’.

- Guárdalo por mí. Ya sabes dónde. Si lo pierdes, juro que te la cortaré.

Bryan asintió, aunque Nao no se quedó mucho más tiempo para ver nada más. Pasó cerca de la barra, y sin decir nada, golpeó el vaso que antes había bebido Keren hasta tirarlo al suelo. El camarero se giró furioso hacia ella. Se escuchó un tiro por algún lado. Y realmente, antes de lo que nadie pudiese pensarlo, allí se había armado la marimorena. Todos comenzaron a pelearse con todos. Y aun a pesar de que Nao hubiese formado todo aquello, no se metió en la pelea, solo esquivaba golpes aquí y allá. Es más, acabó por saltarse la barra con toda la tranquilidad del mundo, y agacharse tras ella justo cuando cinco tiros agujerearon la pared de detrás y rompieron un par de botellas de licor.

- ¡Eh!

Alzó la voz, realmente molesta porque hubiesen roto botellas de alcohol. Aunque sin decir nada por ello. Simplemente alzó una mano y cogió una de las botellas y con la misma gracilidad, se fue sin que consiguieran ponerle la mano encima, justo por la puerta donde Keren se había ido momentos antes.

Cuando salió, se llevaba la boquilla de la botella a los labios, cerrando los ojos y aparentemente disfrutando. Pero todo pasó muy rápido. Se sacó la pistola de su funda en su cadera, y con ella, y aun estando medio ladeada, apuntó adonde se suponía que estaba Keren, aunque ni si quiera la miró, pero solo por si acaso a ella se le antojaba apuntarle antes. Sonrió, aun con la botella en los labios, entreabriendo sus ojos violetas, pero como estaba de perfil, solo fijando el más oscuro sobre la mercenaria, bajando ahora la botella a un lado de su cuerpo.

- ¿Pensabas irte sin si quiera saludar? ~

Keren se había apartado del bar, pero no se había llegado a ir. Ni siquiera pasó demasiado tiempo desde que salió para abrir el sobre, leerlo, y destruirlo, mojándolo directamente en las charcas de suciedad y rompiéndolo al pisarlo con una de sus botas, de manera que no se observase nada de la tinta escrita. Ahora la información estaba en su cabeza. Sin embargo….Keren no se anduvo con chiquitas en cuanto escuchó la puerta abrirse o acercarse alguien, pues aunque no le hubiese echado cuenta sí que había oído el jaleo que se había formado allí dentro. Aunque estaba acostumbrada. En cualquier caso, Keren fue rápida: ella también desenfundó una de sus pistolas, y apuntó directamente a Nao con ella, a la cabeza, frunciendo el ceño y chasqueando la lengua, molesta al escucharla.

- Pensaba mandarte una postal cuando estuviese a kilómetros de ti. 

Ladeó una sonrisa, irónica, que no tardó en hacer desaparecer. El jaleo en el interior era cada vez más notable. Incluso la puerta había vuelto a abrirse alguna vez para dejar salir a los que querían huir, o los que habían trasladado su pelea allá afuera. Incluso pudo ver a los guarda espaldas de aquella mujer sacándola de allí y alejándola de la guerrilla. Keren chasqueó la lengua, siguiéndola con la mirada hasta que desapareció, de reojo, pues no había dejado de mirar a Nao. Sería un suicidio si lo hiciera.

- Perdona, pero tengo una cita que no puedo perderme y a la que tú no estás invitada. 

Evidentemente estaba siendo irónica, lo que tenía era trabajo. Sin embargo, no fue Karen la que se apartó o se fue. Mantenía el dedo en el gatillo, y el arma apuntando a su cabeza. Fruncía el ceño y entrecerrados, fijos sus ojos en los suyos, como si le estuviese diciendo con la mirada que fuese ella la que se apartase, la que se fuese y la que bajase primero el arma. 

Nao se apartó solo un poco de la puerta, simplemente para echarse a un lado y que los tipos que ahora saliesen por ella ni si quiera la rozasen. Aunque no había dejado de mirar en todo momento a Keren, y menos de apuntarle, con su irónica sonrisa plasmada entre sus comisuras, pues no la había deshecho en ningún momento, aun a pesar de acercarse la botella a los labios para beber de vez en cuando. Había desviado la mirada solo un momento para ver los trozos de papel disolviéndose en las aguas del alcantarillado. Y lo cierto es que sintió decepción. Quizás porque mientras más supiera de las cosas, mejor, aunque no tuvieran nada que ver con ella, por si en algún futuro lo hicieran. Realmente todos tenían ese tipo de pensamientos en la actualidad donde se habían tenido que acostumbrar a vivir. Aunque tampoco comentó nada sobre ello.

- ¿Postal? Qué bonito detalle. ¿Y de qué sería? ¿Un gatito mimoso? Pero ponle el pelo blanco, para que el parecido sea más notable contigo ~

Siguió mirando a la gente que salía de reojo y muy rápido para no quitarle vista de encima a Keren. En un pasado se conocieron, y fueron las mejores amigas. Pero ahora…Ahora no creía que dudasen demasiado en dispararse. Pero para remontarse a los sucesos de qué pasó para llegar a esos extremos, había que excavar mucho más en su corazón, más de lo que al menos Nao estaba dispuesta a hacer. Por eso, volvió a sonreír al escucharla.

- ¿Hoh? ¿No estoy invitada? ¿Entonces para qué me lo dices? Quizás quieres que sea el factor sorpresa de todas maneras, ¿No?~ Vamos, ¿no crees que todos se alegrarían de verme aparecer?...

Se acercó a ella, un paso tras otro, hasta quedarse algo más cerca, donde su pistola podía prácticamente rozar la cabeza de ella. Aunque…Sonrió algo más, dejando escapar un suspiro desde la nariz en una especie de risa corta, cerrando sus ojos y apartando la pistola de su cabeza, solo para llevársela a la propia mientras se rascaba tras la nuca con ella, apoyando el otro reverso de la mano en su cadera, aun con botella en mano.

- Vaamos, deja de mirarme así. No estoy en tu contra. Hoy no. 

Keren había abandonado cualquier atisbo de su irónica sonrisa en cuanto la escuchó hablar, y en cuanto la observó acercarse. Sujetó con mayor firmeza su pistola, y deslizó el dedo por el gatillo, acariciándolo, preparada para dispararle al mínimo movimiento sospechoso. No se movió, y no bajó el arma, que al ella acerarse tanto también casi rozaba su cabeza. Estaba tensa, aunque en cuanto ella bajó el arma, frunció el ceño, bajando la suya, pero a la espera de que atacase de un momento a otro. Su vida era así, y aquel lugar era así. O estabas constantemente alerta, o acabarías en cualquier vertedero hasta pudrirte, pues todos los que eran como ella no recibirían un entierro digno ni nadie lloraría su muerte.

- ¿Y a qué se debe el periodo de paz?


Preguntó, irónica, pues a decir verdad no se lo creía lo más mínimo. Fijaba su mirada entrecerrada y amenazante en ella, en un atisbo de odio o enemistad tan intenso que llegaba a ser dudoso de que realmente fuera así, y realmente la odiase. El jaleo del interior del bar iba cada vez a más, y no tardaron en llegar “refuerzos”, siendo aquello una guerrilla entre bandas que desde luego, acabaría con el bar que debería de estar más que acostumbrado a repararse cada vez que pasaba algo así. Keren suspiró, sacándose del bolsillo el palo de un chupete acabado, llevándoselo a los labios para masticarlo, volviendo a fijar la mirada en Nao, alzando con levedad las cejas.

- Si aparte de interrumpirme quieres decir algo más, escúpelo. Tengo cosas que hacer.

Nao mantuvo su mirada desigual (porque no se podía decir exactamente que era bicolor) en la pistola de Keren, en su gatillo, algo más seria por un momento y en silencio, a la espera que ella bajase la suya, y en cuanto lo hizo, sonrió, volviendo a mirarla a los ojos.

- Gracias ~

Aunque ella tampoco terminó por guardar su pistola en ninguna funda, sino que siguió con esta en la mano, habiendo bajado la misma ya de atrás de su cabeza, escuchando su pregunta y alzando las cejas divertida. Pero ni si quiera respondió antes de que Keren sacase aquel trozo de chupete roto y se pusiese a masticarlo, y más tarde volviese a hablarle. Nao acabó por suspirar por la nariz en una leve risa, dejando caer su cabeza hacia delante, y tapando su rostro algo más con sus mechones de cabellos azabaches.

- Que inteligente es mi niña…. ~

Esta vez sí, alzó la pistola, solo para enseñársela, y para que la misma Keren recorriese con la mirada el trayecto que Nao hizo con el arma hasta volver a guardarla en la funda al lado de su cadera, dejándole claro que la había guardado. Y que no la estaba amenazando. Por ese día. Aunque… Acercó su rostro al suyo, solo para quedarse cerca y susurrarle.

- Vamos, te necesito esta vez. Pero aquí no. Hay demasiados…testigos. ¿Estás muy ocupada o eres capaz de brindarme un poquito de tu tiempo para que te proponga un trabajillo que creo que te va a molar? ~

Keren observó el trayecto de su pistola hasta ser guardada, y ella hizo lo mismo. Pero no por ello dejaba de estar en guardia y alerta. Keren estaba capacitada para matar sin pistola, desde luego. Era buena en lo suyo, y mucho. Sin embargo fijó la mirada en ella en cuanto se acercó, inamovible, sin siquiera parpadear, frunciendo con levedad el ceño, rodando en su boca el palito del chupete hacia un lado, cerrando los ojos por un momento después de haberle mantenido la mirada en silencio, suspirando, alzando las manos hasta cruzarse de brazos con ella.

- ¿Tan desesperada estás que quieres mi ayuda? 

De cualquier manera, volvió a abrir los ojos, fijos en los de ella. Y acabó por chasquear la lengua, descruzándose de brazos, haciéndole un gesto con la cabeza para que empezasen a andar lejos de allí. Nao amplió incluso un poco más su sonrisa al escuchar su pregunta, entrecerrando un poco más sus ojos.

- Eres la única que podría ayudarme.

Aunque ese comentario quedó en el aire cuando Keren simplemente le hizo esa señal que Nao conocía de sobra, y ambas se acercaron entre los callejones a cualquier otro lugar, todo ese tiempo en silencio, y Nao dejando que Keren fuese delante, que la condujera, fijando todo ese tiempo la vista en su espalda y en su cabello albino, ya habiendo borrado cualquier sonrisa y de ceño fruncido. Aunque aun así, sin decir nada. Keren tampoco dijo nada por el camino, y por suerte su destino no estaba muy lejos. Se alejó de aquel bar y se metió por los sucios callejones del lugar, acabando por dar con cualquier otro local, esta vez abandonado. Abrió la puerta, pasando antes que ella, dejando ver lo que seguramente antes era un bar, como el “loyality”, pero que las marcas de balas, los muebles destrozados y los cristales rotos del suelo, además de la oscuridad (porque no tenía ventanas, sino que estaban tapiadas con tablas, papeles y muebles rotos), dejaban claro que allí hacía mucho tiempo que no habitaba nadie. Las botas de Keren resonaron sobre los cristales rotos antes de que se detuviese, fijando la mirada nuevamente en ella, esta vez manteniendo las distancias.

- ¿Qué es lo que quieres?

Sonaba como si realmente no tuviese tiempo. Y posiblemente, no lo tenía. Pero le había despertado la curiosidad, por más que actuase de forma seca y desinteresada. Cuando entraron en aquel local abandonado, Nao volvió a dejar que ella pasase primero, para después cerrar ella misma la puerta al apoyar allí la espalda, cruzándose de brazos esta vez, sonriente una vez más. Como si nunca antes hubiese estado seria. Escuchó su pregunta, y tras unos segundos donde siguió mirándola, cerró sus ojos, ampliando algo más su sonrisa.

- Al grano, ¿no? Está bien ~

Se separó de la pared, y avanzó hasta ella, tanto que prácticamente la empujó con el cuerpo hasta que esta chocó su ‘’espalda’’ contra lo que antes servía de barra del bar. Más o menos la ‘’acorraló’’ allí, colocando las manos a cada lado de la barra, acercándose a su rostro.

- Esa mujer. La del vestido violeta. Tienes que asesinarla. Y te prometo que lo digo por tú y ‘’su’’ bien. 

Keren la observó en silencio en cuanto se acercó, no dejando de estar alerta, de hecho, la observó en un vistazo rápido por si en aquel tiempo había sacado algún arma. Aunque volvió a sus ojos en cuanto la “acorraló” allí, alzando las cejas, torciendo el palito del chupete hacia el otro lado de los labios, apoyando los codos en la barra, tranquila, como si no la estuviese “intimidando” en absoluto. Aunque al escucharla, Keren abrió algo más de lo normal los ojos, alzando una de sus manos para sujetar el palito con sus dedos y, sin más, reír a carcajadas irónicas que no tardó en hacer desaparecer.

- Me gusta conservar la cabeza en su sitio. Asesinarla sería meterme en el problema equivocado, y sé de lo que hablo. 

Aunque volvió a quedarse seria en cuanto pensó en esas palabras. Que su bien y el de “él”, en teoría, se garantizaba matándola. Y se preguntó seriamente si todo aquello no era más que un truco, o qué es lo que pretendía. De hecho, fue ella misma quien se lo preguntó, sin apartarse de donde estaba, como si realmente tampoco se lo tuviese en cuenta. Aunque de nuevo, sus ojos demostraban un aparente odio tan intenso que cualquiera pensaría que su mirada expresaba algo más, algo que no se sabía diferenciar, pero que había aumentado en cuanto ella se le acercó.

- ¿A qué estás jugando? ¿Es esto una estrategia para que deje de trabajar para quien trabajo? Porque es una estrategia muy pobre, incluso para ti. 

Frunció con levedad el ceño, entrecerrando algo más los ojos, en una mezcla entre amenaza y curiosidad. No entendía a qué venía eso, pero se negaba en rotundo, al menos, por ahora. Nao la escuchó reír, y rió con ella, como si fuese una broma de la que se tuviesen que reír todos. Aunque no llegando a carcajadas, y más bien siendo algo forzada. La escuchó hablar, una y otra vez, aunque sus ojos siguieron fijos en los suyos, sin querer apartarse. De hecho había clavado los dedos en la mesa y los iba resbalando por esta, como si en realidad entre ellas no hubiese solo ‘’odio’’, pero se estuviese conteniendo para no hacer algo más. De cualquier forma, cuando Keren terminó de hablar, ella rió una vez más, aun tan cerca como estaba.

- Me gustan los juegos. Mucho. Y lo sabes. Pero por esta vez digo la verdad. Yo no doy teorías pobres. Esa mujer es una espía. De hecho, ni si quiera es mi trabajo, pero conseguí esa información con otro trabajillo. Solo os estoy haciendo un favor….

Acercó su rostro a un lateral del suyo, susurrándole en el oído.

- Un favor que no tenéis porque aceptar…. Aunque… 


Llevó una mano a la cintura de ella, metiendo sus dedos por debajo de su camiseta para directamente rozar su piel con suavidad con sus propias yemas, sonriendo y entrecerrando los ojos algo más.

- No me gustaría que nadie te matase si no soy yo. Ya sabes… Me gustaría estrangularte yo misma con mis propias manos. 

Keren mantuvo la mirada fija en sus ojos todo el tiempo, lanzando con sus dedos el palito hacia cualquier parte, ya olvidándose de él. Frunció el ceño y entrecerró los ojos al escucharla. Esa mujer era incompetente, no encajaba en absoluto en el ambiente donde ella se desenvolvía y empezaba a ser sospechoso que “él” no se dejase ver desde hacía meses. Y lo sabía, aunque cada vez que pensaba en ir por libre, siempre había algún esbirro de aquel para el que trabajaba que le recordaba que seguían teniendo un trato. Sin embargo, no podía fiarse de las palabras de Nao, y lo sabía. No tenía motivos para ello.

- Como bien has dicho, sé lo mucho que te gustan los juegos. Y si he sobrevivido hasta ahora ha sido por tenerlo presente.

Entrecerró algo más los ojos cuando sintió sus dedos directamente en la piel de su cintura, o escucharla de tan cerca como estaba. Keren frunció el ceño al escucharla, y decidió moverse de una vez, alzando la mano hasta sujetarla del cuello, con fuerza, metiendo una de sus piernas entre las de ella para girar sobre sí misma y así hacerle una especie de “llave” que acabó por cambiar las tornas; esta vez era Nao la que estaba apoyada y acorralada en la barra, solo que de frente a ella y de espaldas a Keren, quien se acercaba a ella desde atrás, pasando un brazo por delante de su cabeza, en su cuello, como si dejase claro que podría asfixiarla si así lo quisiese, y llevando su mano libre hasta su brazo, haciendo que lo girase hacia atrás y lo apoyase en su propia espalda. Fue Keren la que se acercó a su oído desde atrás esa vez, empujándola y mucho contra la barra, no queriendo sorpresas por su parte. Frunció el ceño y clavó su mirada en ella, entre los mechones de pelo desordenados, negros y blancos, que caían de su mal hecha coleta tras la cabeza.

- Si es así como dices, ¿Por qué no la has matado tú, y vienes a por mí luego?

Susurró, casi rozando con sus labios el lóbulo de su oreja al hablar. Y en cierta forma, sonó como si eso fuese lo que quería. Que fuese a por ella. Nao sonrió con lo que le dijo, aunque antes de que pudiese decir nada, estaba contra la barra y de espaldas a ella. Medio inclinada hacia delante, con una mano en la barra y con otra tras su espalda, inmovilizada por la propia Keren. Aunque tampoco tardó en subir su ‘’mano libre’’ hasta la muñeca de Keren para que no la ahogase. Ladeando la mirada hacia atrás, pero aun sonriendo con todo aquello. Como si ni si quiera le sorprendiese o le preocupase.

- ¿Ir a por ti? ¿Cómo quieres que ‘’vaya a por ti’’? ¿En qué plan quieres que vaya a por ti? 

Rió con algo así, cerrando sus ojos, ella también tranquila aunque las cosas no estuviesen a su favor en ese momento. Más bien divertida. Tampoco tardando demasiado en volver a hablar.

- ¿En serio quieres que haga un trabajo sin que me paguen por ello? Vamos, no soy de una ONG. No voy a matarla si nadie me paga por ello. Encima que vengo a hacerte un favor, me tratas así, eres tan cruel… Aunque ya te dije que podrías rechazarlo ~

Giró el rostro levemente hacia atrás. No la miraba, pero casi, sonriente como ella sola. Sin embargo tampoco tardó demasiado en librarse de su agarre. Le pisó el pie, y la golpeó en el estómago con su codo ‘’libre’’, girando en redondo para directamente empujarla y hacer que se cayese al suelo, cayéndose ella también, pero encima suya, apoyando las manos en el propio suelo, quedando esta vez también con una de las piernas entre las suyas, y con las manos a ambos lados de la cabeza de ella. Se acercó a sus labios, casi rozándolos.

- Pero no puedes simplemente rechazarlo… ¿Verdad?.... Comenzarás a preguntarte que es verdad, y que es mentira…. No puedes ignorar mis palabras. Nunca has podido y nunca podrás. 

Keren frunció aún más el ceño en cuanto escuchó su pregunta, “¿En qué plan quieres que vaya a por ti?”, molesta con algo así. Aunque no pudo contestarle, cuando tras escucharla sintió el golpe en su estómago y en su pie, además de caer al suelo, tosiendo un momento al recibir el golpe en el estómago, y recuperado el aire una vez cayó al suelo. Fijó su mirada en sus ojos en cuanto se acercó tanto como estaba, frunciendo muchísimo el ceño al escucharla. Porque sabía que tenía razón. Que ahora sospecharía, indagaría, y al final acabaría matándola para salir de dudas. Y sin embargo, si esa información se la hubiese dado cualquier persona, la habría aceptado, la habría comprobado y sin más la habría matado. Pero era Nao quien se lo decía, y no podía estar segura de sus intenciones, de si era cierto, o de si era una trampa. Alzó una de sus manos hasta enredarla en sus mechones de pelo y tirar de ellos, con firmeza pero con levedad, sin siquiera separarla desde donde estaba. Quizás porque en el fondo tampoco quería. Aún así, esa amenaza y “odio” en su mirada seguía latente.

- No necesito de tus favores. Aunque fuese cierto, lo habría descubierto tarde o temprano. No me subestimes.

Aunque quién sabe si eso era de verdad así o no. Pero no podía permitirse que Nao pasase por encima de ella. Esta vez sí tiró de su cabello para echarla hacia atrás, incorporándose ella hasta sentarse, aunque aún con ella encima, llevando la otra mano hasta uno de sus brazos, sujetándola allí, con fuerza y casi con brusquedad. En esos gestos no podía saberse si realmente la odiaba o si su deseo por ella era tan grande que ni siquiera le resultaba fácil dominarlo.

- Como has dicho, no eres una ONG. Y no creo que te ganes la vida repartiendo favores, nunca has sido tan buena persona. 

En cierta forma le estaba preguntando qué quería a cambio, o qué conseguía ella con eso. Porque el argumento de que así nadie podría matarla sino ella no se lo creía del todo. Nao sonrió algo más incluso al sentir ese tirón de cabello, echando la cara algo hacia atrás, pero solo para bajar sus labios por su barbilla, sonriendo socarrona, entrecerrando algo más sus ojos. Sin embargo Keren no tardó en apartarla, en sentarse en el suelo, aunque Nao no se apartó de ella. Seguía más o menos sentada y de rodillas sobre ella. Miró de reojo su mano en su brazo y eso le hizo alzar las cejas. Aunque volviéndola a mirar, riendo en otro suspiro por la nariz, irónica con todo aquello.

- Sí que lo fui. 

Y casi parecía decir que ella lo sabía. Que una vez también fue una ‘’niña inocente’’. Pero…

- Pero la sociedad me volvió así. 

Aunque tampoco esperó a que ella preguntase más. Ella también llevó una de sus manos tras su cabeza, también cogiéndola del pelo, y tirando de su cabello para que echase la cabeza hacia atrás, llevando la otra mano una vez más hasta su cintura, por debajo de su camiseta, pero esta vez clavando sus dedos en su piel. Entrecerrando algo más los ojos cuando volvió a acercarse a sus labios.

- De cualquier forma, se que te gusta que sea así… No todo en ti es odio hacía mi, ¿No es verdad, Keren?... Aún existe algo más… 

Ni si quiera comentó sobre lo anterior, cuando simplemente la besó, medio obligándola a ello al cogerle de su cabello, y con toda la intensidad del mundo. Como si su deseo por ella también fuese indiscutible pero ni si quiera quisiese contenerlo del todo como parecía hacer Keren. 

Keren no dejó de tirar de su pelo, aunque no para que se apartase, sino para dejar constancia de que no iba a dejarse hacer tan fácilmente. Entrecerró los ojos y chasqueó la lengua en una mueca leve cuando tiró de su cabello haciendo que echase la cabeza algo hacia atrás, fijando su mirada en sus ojos, frunciendo muchísimo el ceño al escuchar sus palabras. Porque tenía razón, pero no iba a reconocerlo. De hecho, pretendía apartarse justo en el momento en el que ella la besó, y la obligó a que fuese así. Keren entrecerró casi del todo los ojos, al principio simplemente resistiéndose, pero finalmente correspondiendo, tan intensa como ella, como si por un breve instante dejase ver su deseo por ella. Aunque…

El sonido del seguro de su pistola interrumpió aquel beso, segundos antes de que Keren apoyase el cañón de la pistola bajo la barbilla de Nao, separándose de sus labios solo unos centímetros al tirar de su pelo para que fuese ella la que echase la cabeza hacia atrás esta vez, alzándole la barbilla con la pistola, acariciando el gatillo con el dedo, aún con el ceño fruncido y los ojos entrecerrados, de nuevo transmitiendo esos sentimientos tan intensos que no eran fácil de distinguir el odio de cualquier otra cosa que pudiese sentir por ella.

- La sociedad nos cambió a todos. 

Y quién sabe si con eso estaba negando aquello que decía sobre que no todo lo que sentía por ella era odio. Aunque por su forma de haberse dejado llevar y corresponder el beso, no era algo que demostrase con sus gestos. A Nao le dio igual que se resistiese, prácticamente la besó contra su voluntad, y por eso mismo el beso casi fue ‘’más violento’’ de lo que debería ser un beso normal entre personas normales. Un deseo frenético que parecía correr por sus venas. Aunque ya no solo las de Nao, sino también las de Keren cuando por fin se lo correspondió. Su respiración se agitó un poco. Pero no por ello dejó de besarla. Aunque... al escuchar el seguro de la pistola al ser quitado, sonrió aun sin si quiera abrir los ojos, pero no tardando demasiado en entreabrirlos, con lentitud, fijándolos directamente en los de ella. Echó la cabeza hacia atrás, notando los sentimientos en los ojos de la peliblanca. En los ojos de Nao no se reflejaba ahora más que diversión apagada por decepción. Decepción porque no se hubiese dejado llevar algo más. Entrecerró algo más los ojos cuando le dijo aquello, que la sociedad les había cambiado a todos, ahora poniéndose algo más seria de lo que solía estar. Aunque por poco tiempo, porque acabó por volver a sonreír, llevando una de sus manos hasta la pistola también, agarrándola con fuerza entre sus dedos, aun con la vista fija en la de Keren.

- ¿Quieres dispararme? ¿Quieres asesinarme, Keren? ¿Por qué no lo haces? Vamos…Solo aprieta el gatillo. Es fácil, ¿no? ¿Cuántas veces lo has hecho?

Aunque de nuevo seguramente solo estaba jugando con ella. Aunque en el fondo solo se desesperaba por ver que en Keren por ella había algo más que odio. Que no iba a apretar el gatillo. Keren entrecerró algo más los ojos al escucharla. ¿Por qué demonios no se apartaba? ¿Por qué no sacaba ella también su pistola y la amenazaba con ella? La ponía de los nervios. Quizás porque en el fondo eso era lo que ella quería. Que se defendiera. Que le disparase, que acabase con ella. Solo estaría bien si era ella quien lo hacía. Pero Keren no dijo nada de eso, simplemente mantuvo el cañón de su pistola fijo en el sitio, bajo su barbilla, chasqueando la lengua en una mueca donde casi enseñaba los dientes, para después, desviar la mirada, molesta, apartando la pistola y dejándola en el suelo, aunque sin ponerle el seguro y aún sujetándola con la mano.

- No voy a acabar contigo tan fácilmente. Tú no dejarás que lo haga, y yo no quiero que sea así. Cuando acabe contigo será en una pelea justa. No así. 

Rodó la mirada nuevamente hasta sus ojos, entrecerrando los suyos y frunciendo el ceño. Incluso bajó la otra mano desde detrás de su pelo para simplemente apoyarla en el suelo, como si ya no quisiera darle “más atención”. Aunque el verdadero motivo era que no quería tenerla cerca. No podía permitirse caer de nuevo, corresponderle o simplemente dejar ver algo más en ella que no fuese odio. Porque era eso lo que debía sentir. Lo que la sociedad le había enseñado a sentir, y se afirmaba a sí misma que si seguía viva era por eso. Por no fiarse, y por no caer en sentimientos que no la llevarían a ningún sitio. Nao siguió con su sonrisa fija en sus labios hasta que Keren apartó su mirada, su mano de su cabello y finalmente su pistola de su barbilla. Y ahora que no la miraba, se puso algo más seria, solo por un segundo. Antes de suspirar y cerrar sus ojos. Quería seguir con sus juegos. Quería volver a besarla, quería más de ella. Quería que fuese suya. Pero… Acabó apartándose de encima de ella, colocándose en pie, y andando por la sala.

- ¿Pelea justa? ¿Acaso existe algo justo en el mundo actual? ¿Qué te parecería a ti una ‘’pelea justa’’, Keren? ~

La miró de reojo, sonriente, antes de seguir paseando por el lugar, y finalmente sentarse en uno de los taburetes rotos, apoyando su codo en la barra, como si estuviese en un bar normal. Esperando que volviera a seguirle el juego o que simplemente ella fuese la primera en marcharse. Keren no tardó en incorporarse en cuanto ella se separó, ahora sí, colocándole el seguro a la pistola y volviéndosela a guardar en su cadera, en su funda correspondiente. Fijó la mirada en ella hasta que se sentó, con seriedad, ahora suponiendo que tendría un “momento de tranquilidad” como para llevar las manos detrás de su cabeza, deshaciendo la coleta, y volviéndose a recoger el pelo para colocársela bien detrás de la cabeza, aun dejando los mechones bicolores de su flequillo caer hacia adelante.

- Mi idea de pelea justa es donde tú también me dispares. 

Porque realmente a eso se refería con que “no la mataría así”, no mientras ella no se defendiese. De cualquier manera avanzó por el lugar, nuevamente haciendo resonar sus pisadas con los cristales del suelo, acercándose a ella, estirando un brazo solo para recoger, por encima de ella, la botella que había traído Nao en un principio, llevándosela a los labios esta vez, mirándola a ella de reojo. Pero Karen no llegó a tragar, sino que por el contrario se inclinó hacia ella, buscando sus labios sin previo aviso y por más que antes pudiese haber parecido lo contrario, siendo ella la que la obligase a dejarse besar, y no solo eso, sino pasándole el líquido en un beso intenso y casi brusco o déspota donde había vuelto a llevar una mano tras su cabeza para obligarla a echarla hacia atrás, y que así se bebiese el licor. Se separó del beso, pero no de sus labios. Y aún así, todo aquello había sido con la misma mirada de odio entremezclado con cualquier otra cosa no reconocible.

- Si la información que me has dado es cierta, no pienses que te debo una. Mantén tu nariz lejos de asuntos que puedan perjudicarme, y no te metas en mi camino. Simplemente ven cuando quieras matarme, o cuando estés dispuesta a que yo te mate a ti. 

Todo eso lo había susurrado contra sus labios, acabando por soltarla, y sin más, dirigiendo sus pisadas hasta la puerta, abriéndola sin volver a mirar hacia atrás o a ella una vez más, dejándola ahora sola en el lugar.




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